PROSIGUIENDO LA SAGA DE LA
Ruta del Levante
Un esforzado trayecto que se adentra y entrelaza con algunas de las villas y ciudades más emblemáticas de España
Al partir de la población del Toboso, situada aproximadamente a la mitad de la Ruta del Levante, los tenaces viajeros habrán ya completado cerca de16 jornadas transcurridas desde el punto de partida en Valencia.
Desde aquí el sendero jacobino apunta hacia Toledo, aunque antes nos brinda la oportunidad de entrar en contacto con lugares de gran relevancia como la Ruta de Los Molinos. Este corredor comprende principalmente asientos como Mota del Cuervo, Campo de Criptana, Consuegra y finalmente Honoria. Son poblaciones que distan cerca de media hora entre sí y que permiten presenciar plenamente la mayor concentración de los ancestrales y evocativos molinos de viento inmortalizados por las embestidas de El Quijote, en su esforzada lucha contra esos gigantes imaginarios.
Criptana fue el lugar en donde falleciera Diego, hijo del Cid Campeador, en la derrota del Alfonso VI frente a los moros. y también un espacio en donde se asienta el museo dedicado a la gran diva española del cine y la música: Sara Montiel. Los molinos españoles, construidos según el patrón de sus similares en Holanda, se encuentran en posiciones elevadas sobre las áridas llanuras castellanas. Muchos de ellos albergan museos y colecciones temáticas diversas que añaden interés a su visita. En total se pueden observar cerca de 30 molinos, mientras se pasea por las pequeñas villas en donde se asientan estos graneros icónicos y emblemáticos, que son sinónimos de la esencia española en todo el mundo
A continuación, la siguiente escala de especial interés es la villa de Tembleque, apodada “La Puerta de La Mancha”, y que muestra una singular construcción de casas entramadas, especialmente en la plaza mayor, que la distinguen de los demás poblados que se encuentran a lo largo del camino.
Al pasar este punto finalmente arribamos a Toledo, la actual capital de Castilla-La Mancha y que hasta el siglo 1561, cuando Felipe II traslada la corte a Madrid, fuera el asiento del trono de toda España. Los orígenes de esta sede ligada a la realeza datan de la Edad de Bronce, lo que la afirma como una de las ciudades más antiguas de España la cual, desde 1956, ostenta el título de Patrimonio de la Humanidad, emitido por la UNESCO.
Desde un inicio, Toledo nos revela un amplio abanico de opciones para aprender y pasarla bien, como la visita a la Catedral de Santa María, edificada durante cerca de 300 años – entre los siglos XII al XV–, y que es una de las joyas góticas más importantes de España. Su figura central es sin duda El Alcázar, impactante fortaleza del siglo XI, donde actualmente se aloja el Museo del Ejército, en cuyas extensas salas se exhibe la maestría alcanzada por Toledo en la fabricación y manejo de las armas. Por ello, en las numerosas tiendas de sus calles, los visitantes encuentran un sin fin de cuchillos, espadas, lanzas, sables, ballestas, yelmos y armaduras de excelente y elaborada manufactura. Así Toledo reúne un vasto arsenal que bien corresponde a una ciudad que fuera considerada, desde los tiempos de Roma, como la mejor productora de armería en el mundo.
Antiguamente el acceso central a la plaza se realizaba sobretodo por la Puerta de la Bisagra, uno de los monumentos más celebrados de Toledo, que aún luce su vieja grandeza flanqueado por las largas murallas almenadas que lo apuntalan. Sobre su pórtico resalta el escudo de armas de Carlos I, con grandes alas de águilas desplegadas con un porte heráldico inconfundible. Este punto recientemente ha servido como el telón de extraordinarios espectáculos de luz y sonido que proyectan sobre sus paredes efectos visuales de alta precisión y virtuosismo visual. Al interior de su ciudad amurallada, cristianos, árabes y judíos convivieron por siglos, desplazándose por su intricada red de compactos callejones, entre los que sobresalen algunos extremadamente angostos, conocidos con el nombre de “atrapamozas”, ya que obligaban a los cortejantes a casi rozar unos con otros en su afán de continuar su camino. Otros sitios esenciales para visitar son la Puerta del Sol, de estilo mozárabe, así como la amplia y concurrida plaza de Zocodover que es el principal foco principal de reunión de sus habitantes, en donde siempre se vive una atmósfera animada y contagiosa.
Cerca de ahí se alza el complejo edificio del Monasterio de San Juan de los Reyes. En este recinto, además de su sobresaliente claustro gótico, se puede disfrutar de la rebuscada coreografía de cúpulas, gárgolas, púlpitos y retablos que lo convierten en uno de los centros de más alto nivel del arte sacro dentro de España y Europa, en donde una ejemplar amalgama de artes, como la arquitectura, pintura y la escultura, se resuelven de modo magistral.
Si aún se dispone de tiempo conviene visitar el puente de Alcántara, sobre el Río Tajo y que conduce hacia la co lina donde se alza el castillo de San Servando. Ambos miradores ofrecen vistas excepcionales hacia el conjunto de la ciudad, en tanto que el castillo funge también como un hostal juvenil, para hospedarse bajo un cobijo único y memorable. Finalmente, se debe recordar que Toledo fue la cuna de El Greco, por lo que no se debe partir sin antes admirar la maestría de su obra, que se exhibe tanto en el museo que lleva su nombre, como en otros importantes templos y espacios públicos de la ciudad.
Una vez concluida la estancia en Toledo, avanzando cerca de 60 kilómetros hacia el noreste, se llega a Escalona. Una villa pequeña situada en una colina surcada por el rumbo sinuoso de las aguas del río Alberche, y que durante el verano sirven a modo de playas para bañistas locales y turistas. Desde el alto recodo de uno de sus giros surge la imponente silueta del Palacio-Castillo de Escalona, considerado uno de los enclaves más paisajísticos de toda la región. Los numerosos patios y murallas de este extenso bastión presentan un aspecto rústico y parcialmente semiderruído, que sin embargo conviven con el edificio bien preservado del Palacio, que continúa siendo una propiedad privada. La mayoría de las secciones de este conjunto están construidas con muros de sillería, aunque también se aprecian tramos hechos a base de fino enladrillado de tonos rojizos y terracota, que le dan un grato aspecto al perímetro que la circunda.
Adelante de Escalona nos espera una ansiada escala en la afamada ciudad de Ávila, llamada también la ciudad de “cantos y de santos” y “ciudad de los caballeros”, resguardada por uno de los cercos medievales mejor preservados de la antigüedad. Esta insigne y austera ciudad ha sido casa de personajes centrales de la cultura española, así como de la fe católica. Aquí nació Santa Teresa de Jesús, fundadora de los Carmelitas, una orden religiosa que se extendiera por buena parte del mundo, también aquí floreció la vida de San Juan de la Cruz, místico venerable, considerado como patrono de los poetas y uno de los máximos exponentes de la lengua castellana hasta nuestros días. Su legado ha servido de inspirado la construcción del moderno Centro de Interpretación de la Misticismo, un museo de corte vanguardista contenido dentro de los muros de su coraza antigua, que es un espacio reciente al que merece acudir para adentrarse en los valores de esta visión.
Una de las mejores maneras de asimilar el grandor del Patrimonio Cultural de la Humanidad resguardado en Ávila es recorrer a pie el andador de su muralla, desde donde se avistan sus 88 torreones y numerosos puentes. Al interior de su casco antiguo hay que adentrarse en su magnífica catedral, que es el primer templo gótico de España y un baluarte artístico de primer orden. Otro templo de singular valor, es el majestuoso Convento de Santo Tomás, que comprende tres claustros y donde está enterrado el joven príncipe Juan, único hijo varón de los Reyes Católicos.
Además de sus muchos tesoros culturales, Ávila también tiene una dimensión relajante en el frescor del Parque de San Antonio, o en el recóndito Jardín de la Vid. También no hay que pasar por alto el oficio culinario que la distingue, y dentro de la repostería, las Yemas de Ávila, son el suculento sello de la casa.
Una vez transcurrido este vívido encuentro con el mundo avulense, reseñado de manera compendiada, el tramo meridional de la Ruta del Levante nos conduce hacia la villa de Medina del Campo, lugar donde a la temprana edad de 53 años, falleciera la reina Isabel La Católica.
En estos lares de leyenda, nuevamente un sólido y soberbio bastión militar reclama nuestro interés. Se trata del Castillo de La Mota, voz que es sinónimo de promontorio, ya que ésta se ubica en la parte más elevada de la accidentada configuración del terreno. A diferencia de Escalona, el castillo mantiene un grado destacado de preservación y está claramente enmarcado por la hondanada de su profundo foso, que actualmente se encuentra seco. La visita a la villa de Medina del Campo, al pie del castillo, ofrece la oportunidad de conocer la plaza más grande de España, rodeada de casas bajas y alineadas en torno un alargado rectángulo, en donde los muchos tesoros que guarda La Colegiata de San Antolín, la convierten en una de las escalas obligadas de esta visita.
Conforme nos vamos acercando hacia las postrimerías de la Ruta del Levante, hay que tocar lugares como Las Siete Iglesias de Trebancos, una población sencilla, pero que a mediados de junio se enciende con el encierro de toros que corren por doquier persiguiendo a cientos de participantes que acuden a sus tradicionales fiestas.
Antes de concluir la Ruta del Levante en Zamora, para de ahí incorporarnos a la Vía de La Plata que prosigue hasta el aún distante destino Santiago de Compostela, hay que detenerse en la bonacible provincia de Toro, en donde el cultivo de la vid y la copiosa producción de sus nobles vinos le han hecho adquirir un marcado renombre, sellado bajo una estricta denominación de origen, La vocación de Toro por la enología no es fortuita, ya que yace en los márgenes del Duero, río asociado a grandes nombres de la industria vitivinícola española. La ciudad se encuentra encaramada sobre un extenso paraje semimontañoso que mira hacia las largas planicies de cultivos que se extienden hacia los cuatro puntos cardinales. Su núcleo urbano posee un marcado carácter vernáculo, presidido por la espigada aguja de la torre llamada el Arco del Reloj, punto sobresaliente a la distancia y en donde converge el entramado de las largas calles de la villa, provistas de numerosas filas de mesas al aire libre, donde los paseantes recuperan bríos, mientras se sientan a una buena mesa para comer, o disfrutar de la amplia variedad de vinos y platillos de la localidad.
Dentro de los otros sitios destacados que se hallan en Toro cabe mencionar la depurada colección de una decena de iglesias de estilo románico. La principal de ellas es la Colegiata de Santa María La Mayor, edificio de tonos ocres y calizos realzados por los juegos formales de su bella y esmerada arquitectura. También resalta la larga arquería de su ancestral puente romano levantado sobre el Duero, al igual que el vasto emplazamiento ocupado por El Alcázar, que se caracteriza por sus corpulentas murallas de sorprendente aspecto minimalista, ya que es una edificación raza, desprovista de torres o almenas, que son el común de las fortificaciones de la época del medievo.
Terminada esta larga saga iniciada en las costas de Valencia, el caminante o viajero aún debe de tener una determinación ejemplar para llevar a buen fin el deseo de llegar hasta Santiago de Compostela. Designio al que seguramente le impulsará la recompensa que significa el haber cursado la innumerable cantidad de descubrimientos y experiencias que sólo la Ruta del Levante brinda a quienes han tenido la voluntad y la capacidad de aventurarse en sus adentros.