Ibiza
Paul Valery, el gran poeta francés, tituló a su obra más famosa El Cementerio Marino, y así en Ibiza surge también un evocante espejismo sobre el mediterráneo que atrae a miriadas de turistas en pos de un sol y una fiesta ardientes. Sin embargo ese caudal de yates y raves extenuantes a veces impide ver la íntima belleza de esta grata y venerable isla, ligada desde sus anales a la composición histórica y cultural del extremo occidental del mediterráneo.
Los primeros recuentos hablan de su creación por parte de los navegantes fenicios, quienes le imprimieron su rol estratégico en las rutas comerciales. Con el declinar de la era púnica, pasó a ser parte del Imperio Romano. Después de su caída, vándalos y bizantinos la ocuparon, dejándola a la deriva, hasta que en año 940 los árabes se asentaron en ella.
Finalmente el reino de Aragón conquistó Ibiza en el siglo VIII, cuando los catalanes derribaron la mesquita árabe y erigieron la catedral en su lugar. Los habitantes tomaron entonces los nombres de los santos cristianos y construyeron numerosas iglesias, conventos y lugares de culto.
Esta larga gesta ha hecho que, curiosamente, y en contraposición con el paganismo reinante en sus tantísimos clubes, bares y conciertos, Ibiza mantenga un importante perfil sacro. En su territorio se esparcen numerosas iglesias y lugares de culto muy dignos de explorar y conocer. El itinerario podría empezar con algunas de las 22 iglesias y cerca de 10 capillas y parroquias consagradas y que llevan una letanía de nombres evocadores como: la iglesia de Jesús, la de Es Cubells – Nuestra Sra. del Carmen, Sant Antoni de Portmany, San Miquel de Balanzat, Santa Agnès, Santa Eulària des Riu, Santa Gertrudis de Fruitera, Sant Francesc de s’Estany, Sant Joan Labritja, así como San Mateo y San Pablo… entre muchos otros más.
Debido a la exposición vulnerable de las isla a los asedios de las muchas bandas de corsarios bereberes y otomanos, las iglesias también fungieron como bastiones de defensa. Hasta la fecha son también invaluables santuarios de una variedad de piezas artísticas de gran valor como sus pinturas y retablos.
Además de centros de culto, estos lugares sirven de núcleo para generar un gran número de festividades que se hacen en toda la isla en honor a sus santos patrones. En ellas se presenta una rica gama de actividades que abarcan tradición, gastronomía, procesiones, vendimia de productos vernáculos, competencias deportivas y eventos culturales que le inyectan un ritmo incesantemente festivo al calendario.
La más importante es la de San Juan, la cual se extiende por cerca de una semana y coincide, el 24 de junio, con el solsticio de verano, que es la noche mas corta del año.
Sumados a todo este acumen sacro, los muchos puntos y contrastes reunidos en su compacto territorio, hacen de la visita educada a Ibiza una tarea compleja, Sin embargo, el punto más obligado es quizás iniciar en el caso viejo de la ciudad, precedido por su corpulenta fortaleza; un masivo conjunto que corona la composición de la bahía, Desde sus varios miradores y plataformas se puede apreciar una vista de 360 grados sobre la ciudad, la marina y los parajes naturales que yacen a la distancia. Alrededor de ella se concentra la Dalt Vila, o villa alta, que es sin duda uno de lo ejemplos más puros de la cálida y artística urbanización que se esparce desde España hasta Grecia, en un collar anidado de lugares íntimos y sorprendentes.
A la villa se puede arribar después de remontar sus largas rampas inclinadas que parten de la costera, o por el acceso más gradual de sus puertas posteriores.
Una vez en su parte alta se puede ascender a la Torre del Homenaje, que marca la estructura más prominente de la isla y muy próxima a la catedral. De ahí el paseo se extiende hacia el sin fin de comercios, restaurantes, bares, galerias con un sabor distintivo y especial, las cuales están dispuestas a lo largo de sus calles que crean un tapiz abigarrado de callejones salpicados de rincones y casas blanquedas con balcones frondosos, desde los que sobresalen racimos de flores de intenso color.
Después de recorrer la villa, la aventura apenas empieza. Ibiza cuenta decenas de puntos de playa, ciudades portuarias, así como diversos poblados costeros y campestres, ideales para descubrir pausadamente. Además Ibiza es la sede de dos Parques Nacionales de alto interés ecológico, como Ses Salinas, y la Reserva Natural de es Vedrà / Vedranell. Y para complementar este escenario también están las pequeñas islas e islotes de, en donde suelen avistarse halcones y águilas pescadoras que sobrevuelan sus playas, caletas y riscos.
Otro de los atractivos más apreciados es la gastronomía y la cultura culinaria. En Ibiza se puede comer en la playa, junto a un ambiente mediterráneo de calles floreadas, o en un lar campestre con variedad de productos que, en buena medida provienen de las cosechas y la captura de los animales locales.
Por todo ello no extraña que la UNESCO haya nombrado Patrimonio Cultural de la Humanidad a sus atractivos y enclaves más relevantes, que nos revela a Ibiza como una fiesta de los sentidos, que trasciende el agitado bullicio de sus noches sin fin.