LEKEITIO
Su noble faro nos revela el azul marino que circunda el imponente contorno de la Costa Vasca
El sinuoso y accidentado litoral del país vasco está salpicado de un nutrido número de villas y cálidas ciudades marinas que miran, casi obsesivamente, hacia el mar Cantábrico. Generalmente son comarcas muy placenteras en donde se puede vivir la cultura derivada especialmente de los pescadores y navegantes que durante siglos han vivido en sus costas, así como de los turistas que buscan pasear o asolearse en esta contraparte a las muy concurridas playas del mediterráneo. También son lugares muy apreciados por su suculenta gastronomía en la que los platillos del mar han sido siempre la parte medular de la cocina y el paladar vascos y en donde los pintxos dan una enorme variedad de posibilidades de tomar un aperitivo, o bien una suculenta comida.
En esta gasa lo mismo pueden encontrarse playas de suave arena, como imponentes formaciones rocosas que se precipitan hasta el mar, ofreciendo vistas espectaculares hacia el horizonte marino en donde, durante las horas del ocaso, el sol y las nubes juegan en mil formas deslumbrantes.
El recorrido por esta región suele hacerse por la autoruta que va bordeando el angosto contorno marino, aunque también los amantes del senderismo y las caminatas recorren sus rutas y parajes a pie, ya que ésta es la mejor manera para disfrutar de una observación más detallada de los valores paisajísticos de la región, los cuales se abren y cambian a cada momento.
Dentro de este litoral, tan vasto en parques y lugares de playa, conviene destacar algunos de los principales como:
La Reserva de la Biósfera de Urdaibai, un extenso territorio al noreste de Bilbao que ofrece una muestra de la naturaleza y del paisaje ancestral de estas tierras, caracterizado por su extremo verdor y la confluencia de colinas, bosques, rocas y ríos de una estética propia y singular reconocidas en el mundo entero. En ella se adentra en un universo tranquilo de gusto bucólico, aunque en su puerto principal de Mundaka se localizan unas de las mejores playas para surfear en toda Europa, por lo que, especialmente durante el verano es visitada por grandes contingentes de surfeadores provenientes de todo el mundo.
Otro de los atractivos de la reserva es San Juan de Gastelugatze una isla que semeja un espectacular castillo de roca y que en la antigüedad fuera asolada por Sir Francis Drake. A partir de la costa, un camino elevado y zigzagueante de más de 240 peldaños, conduce al paseante a la ermita consagrada a San Juan Bautista que define la composición.
Dentro de la reserva se encuentra también Getaria: un encantador enclave pesquero en donde se sirve el txakoli, un vino blanco espumoso que ha ganado fama más allá de las fronteras de España.
El deseo de recorrer el total de los escenarios sobresalientes del país vasco es un tarea ambiciosa, pero especialmente se recomienda no pasar de largo a Leiketio, una pequeña comarca pesquera de cerca de 7,000 habitantes y que fuera parte central de la cultura de la caza de la ballena del Cantábrico, hasta que ésta se extinguió hacia finales del siglo XVII. Leikeitio se encuentra a la mitad entre Bilbao y San Sebastián. Es reconocida por su amplia paleta de atracciones dispersas en torno a su playas cristalinas de tonalidades turquesa, en donde su estuario remata en la playa de Isuntza, en cuyo centro sobresale el gran macizo de la isla de San Nicolás, a la cual se puede llegar caminando durante la bajamar.
El caso viejo colinda con el las aguas, y dentro de él sobresale la noble construcción de grandes proporciones de la iglesia de Asunción de Nuestra Señora, que es un bello y monumental enclave de arquitectura gótica. Al final de su nave central se encuentra su imponente altar del siglo XVI y que es uno de los más grandiosos de España.
El exterior del casco viejo se caracteriza por sus calles de un aspecto rústico muy bien preservado y balcones con tramados de madera. Su aspecto habitualmente tranquilo se transforma con el alegre bullicio de su festejos tradicionales como el Festival de San Pedro, que se celebra del 29 de junio al primero de abril y en donde sobresale la danza errante de Kaxarranka en la que un ágil bailarín va montado en baúles sostenidos por casi una decena de personas. El otro importante festival es el de los San Antolines, dedicado en honor al patrón de la villa, que está amenizado con una variedad de competiciones típicas, acompañadas de un amplio elenco de eventos sociales y culturales que atraen a una vasta cantidad de locales y visitantes.
A su vez, caminando tan solo 20 minutos del centro de Leikeitio podemos admirar la espléndida vista de las olas rompiendo en la base del peñasco en donde se erige del faro de Santa Catalina. Bajo su torre se alberga un centro de investigación acerca de las tecnologías de la navegación antigua y moderna, el cual está abierto a los visitantes que, de manera grata y amena, se acercan al conocimiento náutico indispensable que se necesita para recorrer los mares.
A su vez muy cerca de Leikeitio se puede aventurarse aún más para descubrir otros tantos lugares costeños como Deba, un compacto caserío, con su dársena repleta de botes y lanchas de pesca con andadores para relajarse y una buena cantidad de lugares donde comer espléndidamente y hospedarse con un sabor típico y lugareño. De aquí se recomienda proseguir hasta Zarautz, la playa más larga de todo el litoral vasco, que se extiende por cerca de 3 kilómetros.
Finalmente, también conviene realizar una escala apartada en Itziar, un enclave ideal para observar pacientemente el tránsito del día hacia la noche, y a través de una cámara o un lienzo, perpetuar la memoria del litoral del país vasco que siempre deja una huella perdurable en el espíritu del viajero.