Montserrat

Cerca de Barcelona y más allá del tiempo

Aunque a solo cerca de una hora de distancia de Barcelona, la notable impresión que causa el primer avistamiento del monasterio de Montserrat, produce el sentir de haber llegado finalmente al destino anhelado tras un largo peregrinaje.
Y es que Montserrat es un enclave impactante, escondido y anidado entre las colosales formaciones rocosas que son el trasfondo de un escenario que linda con el ámbito de lo fantástico. Sin embargo el antecedente de esta magna construcción es modesto, pero fincado en una poderosa leyenda que la hizo crecer con el paso de los siglos. Ella narra la aparición de la Virgen en el siglo VIII, cuando unos niños presenciaron el mágico resplandor que provenía de una de las cuevas semiocultas entre sus rocas. El fenómeno estaba envuelto en un áura luminosa y un coro de etéreas voces. Se cuenta que el evento se repitió en varias ocasiones que fueron vistas por numerosos testigos. Cuando el prodigio finalmente se disipó, entraron a la cueva y en su interior hallaron la figura de una virgen.
La noticia corrió rápidamente hasta llegar a los oídos del obispo de la localidad. Se dice que se intentó transportarla a la ciudad de Manresa, pero su gran peso lo impedía. Esto se interpretó como una señal de que la Virgen quería permanecer en este lugar apartado. De aquí surgió una viva devoción que se ha mantenido hasta la fecha.
La abadía se encuentra dentro del Parque Natural de la Montaña de Montserrat y forma parte de la cadena de otros monasterios y santuarios como Torreciudad, El Pilar, Meritxell y Lourdes, que juntos conforman la ruta mariana, la cual se extiende desde el norte de España hasta Andorra y los Pirineos franceses.
Inicialmente en Montserrat se erigió únicamente una pequeña ermita de Santa María; aunque ya para el siglo XII la construcción se había ampliado y era habitada por los primeros monjes benedictinos, establecidos allí bajo la tutela del monasterio de Rípoli. De esta época corresponde la figura esculpida en madera, que es la imagen venerada desde entonces. La pieza mide 95 centímetros de altura y presenta el singular aspecto de la Virgen con el pequeño Jesús sentado en su regazo. Madre e hijo lucen vestidos con una bella túnica dorada, en tanto que el resto de su cuerpo es de color negro. Por ello se le conoce con el nombre de “La Moreneta”.
Con el paso del tiempo el monasterio se convirtió en santuario y en el siglo XII se emprende la construcción de su primera iglesia románica. Más adelante, en 1410, se construyó su claustro gótico. Otro dato curioso refiere como, en 1493, un ermitaño de la comunidad se embarcara con Colón hacia las Américas, consiguiendo que en las Antillas una isla se bautizara con el nombre de Montserrat.
Durante los siglos sucesivos la vida del apartado santuario prosiguió de manera estable. Sin embargo en el inicio del XIX, con motivo de eventos asiagos como las guerras napoleónicas y la exclaustración, el recinto fue saqueado e incendiado, perdiendo así muchos de sus tesoros.
Afortunadamente, vuelta la normalidad, se emprendió una intensa reconstrucción de su muy vulnerada estructura. En 1880 se celebró su milenario, y al año siguiente el papa León XII proclamó a la Virgen de Montserrat como la patrona de Cataluña. Ya en el siglo XX la Guerra Civil nuevamente alteró la serena vida del convento y sus frailes sufrieron duros martirios durante ese lapso turbulento. Aún después de esa existencia milenaria y a pesar de su apariencia intemporal, la fisonomía de la abadía no ha permanecido estática, y en 1968 se concluyó la nueva fachada del monasterio.
Hoy en día Montserrat es un lugar pleno de vida. Su comunidad abarca cerca de 80 monjes, lo cual la convierte en uno de los centros de vida monástica más importantes en el mundo.
El convento destaca también por su vocación cultural, ya que cuenta con un museo que contiene obras de Picasso, Dalí, Miró y Tapies, junto con una colección de impresionistas franceses. Asimismo resguarda una de las mejores bibliotecas de España y es la sede del grupo musical coral infantil de la Escolaría de Montserrat, la escuela de canto más antigua de todo Occidente, desde el siglo XII. Los visitantes pueden disfrutar diariamente sin costo sus conciertos acompañados de su órgano monumental. Finalmente un funicular o un tren de cremallera, nos lleva a las alturas de la sierra dentada, desde donde podemos admirar en plenitud el encanto que este lugar nunca ha dejado de producir y evocar a lo largo de los siglos.

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