RASTOS Y ROSTROS DEL

Camino de Francés

La ruta más larga para llegar al Santuario es también la más plena hacia el encuentro interior y con sorprendentes lugares y vivencias

Además del Francés, la red de los Caminos de Santiago abarca otros muchos: el Portugués, la extensión de Fisterra-Muxia, el Camino de Invierno, la Vía de la Plata, el Camino Sanabrés, el Camino Norte, el Camino Inglés, así como el Primitivo y el del Levante. El más corto cubre alrededor de 120 kilómetros, comprendiendo de 5 a 6 etapas; mientras que los más largos sobrepasan los 30 días de jornadas a pie. El Camino Francés data desde el siglo IX, y se le menciona ya en el Códice Calixtino, en cuyos archivos se describe el Camino, proporcionando información minuciosa acerca de las rutas y los lugares más relevantes que se recorrían desde diversos puntos de Europa, incluso antes de adentrarse en el territorio español.
Esta extensa ruta de cerca de 760 kilómetros es la más conocida a nivel mundial, y por ello suele ser recorrida por alrededor de 250 mil personas al año, que acuden de todas partes del orbe, representando un amplio mosaico proveniente de los cinco continentes y que abarca una gran gama de razas y pueblos de la familia humana.
Los otros caminos no suelen ser tan transitados, pero la combinación de sus atractivos naturales y culturales lo hacen una experiencia muy única y completa. Sin embargo, especialmente durante los meses de verano, los peregrinos que eligen esta vía deben de estar al tanto de que muchas veces el conseguir lugar en sus posadas, hostales y albergues, puede volverse una tarea sujeta a una fuerte competencia, lo que provoca que los viajeros tengan que buscar otras opciones, o también estar dispuestos a acampar, e incluso a dormir en despoblado, como tantos peregrinos de antaño.
El año de 1993 es la fecha que normalmente marca el resurgimiento de la popularidad del Camino de Santiago, ya que este año se proclamó como Jacobeo. Posteriormente, su notoriedad se consolidó aún más cuando el Consejo de Europa lo declarara Primer Itinerario de Interés Cultural, además de que la UNESCO lo proclamara como Patrimonio Cultural de la Humanidad.
La ruta es muy diversa, abarcando tierras altas pobladas de tupidos bosques, así como de extensas y áridas llanuras que arrancan especialmente a partir de las zonas aledañas a la Rioja. En ellas se entremezclan poblados pequeños de apenas algunos cientos de habitantes, con las escalas tradicionales en grandes ciudades y comarcas como Pamplona, León o Burgos. Sin embargo en todo el trayecto existe la posibilidad de recorrer espacios íntimos resguardados milenariamente en monasterios benedictinos o castillos templarios, ya que esta legendaria orden tuvo un asiento muy importante en la región. A su vez uno puede elegir entre emprender la caminata de manera independiente, ya sea solo o acompañado, o bien contar con el apoyo de numerosas agencias de turismo que ofrecen a los viajeros el soporte de una red turística profesional, así como el organizar viajes en grupo.
A lo largo de los días también se puede degustar de una excelente variedad de la cocina típica, así como descubrir menús y establecimientos únicos como el de la pulpería Ezequiel, asentada en la ciudad de Melide, que sirve anualmente el récord de más de 107 mil kilos de variedades de este guiso de mar a sus ávidos comensales.
En algunos parajes del Camino, cerca del Acebo de San Miguel y El Ganso, en la provincia de León, también puede uno ser acogido por algún hospitalero vestido con su capa estampada con una gran Cruz de Malta, que ha seguido la vocación de asistir a los peregrinos en sus fatigas y necesidades para finalmente bendecirlos realizando un ritual ancestral y emotivo.
Dentro de esta misma zona, se llega a un punto destacado, como es el Palacio Episcopal de Astorga, en donde el mismo Gaudí iniciara esta pintoresca fantasía – mezcla entre templo y palacio– que actualmente funciona como el Museo de los Caminos, dedicado a la Ruta de Santiago.
Desafortunadamente las decenas de nombres de los sitios relevantes que se tocan durante todo el viaje forman una lista demasiado larga para enumerar en este breve espacio, aunque pueden conocerse con facilidad a través de la vasta información disponible en el ámbito digital.
El tiempo del viaje varía de persona a persona, pero estructurado en trayectos que suelen oscilar entre 22 y 28 kilómetros al día. puede completarse en 32 etapas. También existe la posibilidad de hacer la ruta en forma parcial, partiendo desde un lugar como León, y así recortar el trayecto a cerca de la mitad.
De igual manera, el Camino puede llevarse a cabo en bicicleta o a caballo para aminorar el desgaste físico y acortar su duración.
El trayecto final es el que parte de O Pedrouzo hacia Santiago, lo que permite arribar a la hora del ocaso, o al mediodía, dependiendo de la condición física y del momento de partida.
Al arribo de Santiago la recompensa quizás sea el logro personal, o el encuentro con una fe en plenitud, y desde luego con la imponente vista de la Catedral de Santiago, en donde los oficios religiosos se celebran continuamente como un sacro ritual que enmarca la culminación del esfuerzo. Una saga que muchas personas llegan a hacer como una experiencia única e irrepetible, pero que otros lo hacen en repetidas ocasiones, aunque también hay aquellos más asiduos que lo realizan año tras año.
En cualquiera de los casos, los peregrinos o expedicionarios salen transformados por esta experiencia y el rico encuentro con lugares, espacios abiertos y personas de todo el mundo, unidas por un aura común que se contagia y que rebasa los estrechos límites a los que tantas veces somete la experiencia cotidiana. Y es que en muchos casos, el Camino de Santiago devuelve la capacidad de asombro, entrega y aventura en pos de lo lejano y aparentemente futíl, que sin embargo libera el espíritu de quienes dejan todo atrás para así poder caminar nuevamente hacia adelante.

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