PRINCIPIO y FINAL del ETERNO CAMINO
Santiago de Compostela
Ciudad santuario..ensoñación colectiva, pero sobretodo cautivante imán que permanece envuelto en el tantas veces nebuloso y mítico paisaje de Galicia
Los caminos de las regiones del norte de España que conducen a Santiago confluyen en el monte del Gozo, nombrado así por el hondo sentimiento que infunde el cumplir una hazaña personal y el mirar hacia un destino aguardado y espléndido. Aquí en compañía de la escultura de los peregrinos que miran a la ciudad cautivante, los andantes tiene al fin frente a sí la anhelada meta: Santiago, que -hoy es un enclave sobreviviente de muchos siglos y acontecimientos que lo hacen resurgir como impregnado de una vida contagiosa.
Sin embargo, tan sólo a principios del siglo XX no era así. Por eso Valle-Inclán escribía “De todas las ciudades españolas, la que parece inmovilizada en un sueño de granito, inmutable y eterno es Santiago de Compostela”…En esta ciudad petrificada huye la idea de Tiempo. No parece antigua sino eterna…Allí las horas son una misma hora repetida bajo el cielo lluvioso”.
Y es que Santiago tuvo orígenes modestos, propios a una comarca situada en los confines del mundo. En este húmedo valle rodeado por el río Sar, fue el sitio en donde el eremita Piao vislumbró el asombroso efecto de las estrellas que apuntaban hacia la tierra, donde se cree yacían los restos del apóstol. Este fenómeno lo relató al obispo Teodomiro, quién a su vez lo llevó hasta oídos del rey Alfonso II, el Casto. A partir de entonces se proclamaron como los restos del apóstol Jacobo, cuyo nombre devino en la voz de Santiago. El suceso coincidió con momentos culminantes en la lucha contra los moros, y la figura del santo infundió un nuevo fervor entre las fuerzas cristianas que al fin podían comenzar a revertir el avance de los moros sobre toda la península. Compostela fue pisada brevemente por el caudillo árabe Almansór, en su intento fallido de sojuzgar el territorio y el espíritu gallego. Sorprendentemente durante la ocupación en el año 997, y en un hecho controversial, respetó el sepulcro del apóstol.
Una vez liberada la ciudad continuó su gradual ascensión a la fama, surgida de una devoción creciente, que se expandía por todos los rincones de Europa, al igual que por las costas del Mediterráneo, e incluso las de África y el Medio Oriente. Este auge se narra ya en el siglo XII y continuó hasta que gradualmente fue disminuyendo con el paso de los siglos y especialmente por el violento rechazo que Martín Lutero externara acerca de estas creencias. Así ya hacia finales del siglo XVI, el número de peregrinos había descendido a tan solo 200 personas al año, y 500 en los años jubilares.
Después de estos cruciales pasajes Santiago permaneció largos años como envuelto en la misma bruma de su atmósfera, y aunque sus murallas se allanaron, se fue consolidando mientras llevaba una vida recogida y apartada del intenso devenir del mundo. Sin embargo encontramos repetidas menciones del Santuario en las páginas de escritores universales como Dante, en su Divina Comedia, así como en la obra de Chaucer, Shakespeare, Goethe, Rilke, o Joyce, e incluso hasta en aclamados autores modernos como Cees Nooteboom.
Finalmente la ciudad estelar habría de resurgir decididamente y con intenso ímpetu después de mediados del siglo XX.
Un hecho central fue la visita del papa Juan Pablo I, en 1982, hacia las lejanas tierras del Finisterre, en donde proclamó su memorable llamado que decía: “Yo, Obispo de Roma y Pastor de la Iglesia universal, desde Santiago, te lanzo, vieja Europa, un grito lleno de amor: Vuelve a encontrarte. Sé tú misma. Descubre tus orígenes”.
Este evento de gran resonancia apuntaló otras vigorosas acciones que surgieron en torno a esta proclamación, impulsando y consolidando a la vez esta nueva etapa de resurgimiento. Entre las más destacadas están:
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El nombramiento, en 1982, de Santiago como la capital administrativa de la Comunidad de Galicia.
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Diversos títulos concedidos por el Consejo de Europa, que reconoce al Camino como patrimonio cultural europeo, y a la ciudad como una de las nueve ciudades eje de la cultura del continente, y en 1985, le otorga a su vez el Premio Europa.
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A su vez, en 1993, la UNESCO la declara como Patrimonio de la Humanidad.
En respuesta a este status ascendente de celebridad y prestigio, en el año del Júbilo de Gracia de 1999, el número de visitantes y turistas que acudían a la ciudad para sumarse a esta magna celebración colectiva, se contaba por millones.
Muestras claras de este auge se ven en el desarrollo de la sede de la Universidad de Santiago, la cual data desde 1495, así como del surgimiento de múltiples construcciones de corte modernista.
Este nuevo protagonismo contrasta con la señorial traza y atractivo de s u núcleo ancestral, que concentra un número importante de centros culturales y religiosos de primer nivel. El corazón de la villa es la gran plaza del Obradoiro, “obra de oro” por su magnificencia, aunque ésta sea plasmada en granito. De su amplia explanada se yergue la imponente arquitectura de la Catedral de Santiago, obra centenaria que inicialmente se concluyera en 1211, aunque en realidad ha sido una vocación en proceso permanente de mejoras y adiciones hasta la edad moderna. En este sacro recinto se encuentran los restos del apóstol dentro de un profusamente ornamentado camarín, en donde se muestra en la fina figura, recubierta de un elaborado atuendo y mostrando un claro rostro, rematado por una barbilla dorada.
Para acceder al tercer centro más importante de la cristiandad hay que tomar las grandes escalinatas curveadas que parten del nivel de la plaza. Tras la entrada principal se encuentra el Pórtico de la Gloria, un celebrado tríptico de grandes arcos, finalizado en el año 1188 por la mano del maestro Mateo, quién se personificó a sí mismo como un hombre orante que forma parte de una admirable profusión de figuras labradas de apóstoles, santos y profetas, en donde resaltan los 24 Ancianos del Apocalipsis, todos reunidos en un soberbio homenaje al Redentor, inmortalizado en este consumado monumento del románico.
Dentro de los muchos puntos a admirar en la Catedral cabe resaltar algunos como la artística procesión de capillas e imágenes dedicadas al santo. También en su interior se presencia un suceso muy aguardado: el vuelo del Botafumeiro, también conocido como “el rey de los incensarios, que se desprende desde las alturas para realizar un largo compás pendular a través de sus largas naves, esparciendo el humo del incienso sobre todos los visitantes, en un espectáculo que admirase incluso al mismo Víctor Hugo, durante su estancia en la ciudad.
En el exterior encontramos la fachada de Las Platerías, con dos portones que situados al extremo del crucero meridional de la catedral y en donde se aprecia el espléndido pórtico adornado con finas estatuillas atribuidas al maestro Mateo. El costado noroeste del templo está remarcado por el conjunto escultórico sobresaliente de la Puerta Santa, que comunica con la amplia Plaza de Quintana; lugar de altos muros de sillería y un grato espacio en donde se congregan peregrinos y talentosos artistas callejeros, cuya compañía contribuye a compartir una estancia muy amena.
En la fachada norponiente está el acceso al Museo Catedralicio, que es el recinto cultural más visitado de Galicia, en el cual se exhibe una rica muestra de su colección de cerca de 5,000 piezas. De especial atención está la reconstrucción del antiguo Coro del Maestro Mateo, así como tapices de Goya y una muestra de minuciosas piezas de orfebrería en metal a gran escala.
Al salir de la plaza se observan dos grandes edificios: el Palacio de Raxoi y el antiguo edificio que fuera el gran hostal de peregrinos, realizado a petición de los Reyes Católicos, el cual funge hoy como un elegante Parador de Turismo y que lleva su nombre. En su capilla se presentan los cursos de “Música en Compostela” con excelentes compositores y ensambles, tanto de música clásica como contemporánea.
En Compostela los edificios son a la vez cuerpos pétreos majestuosos y sobrios, fundidos unos con otros con la textura mimetizante del mineral, que le dan al conjunto un aspecto integrado de gran armonía.
Dentro de los edificios sobresalientes cercanos a la Catedral están el colosal convento de San Martín Pinairo, que después de El Escorial, es la segunda sede religiosa más corpulenta de España. Fundado por la orden de Benedictinos, es considerado la obra más relevante del barroco en Galicia, y las soberbias tallas y orfebrería presentes en su altar y coro son especialmente sobresalientes.
Otras escalas obligadas en este perímetro son el Palacio de Guelmírez, casa de el renombrado arzobispo, que a principios del siglo XII, fuera el gran benefactor de la ciudad. La extensa nave de su comedor luce una admirable arquería en sus bóvedas, y es considerada como la más lograda muestra del estilo civil gótico en el país gallego. Igualmente interesante es la iglesia de San Fructuoso, de estilo churrigueresco. Ubicada justo detrás del Palacio de Raxoi, está coronada por el campanario flanqueado por sus cuatro figuras de las Virtudes Cardinales, conocidas como las cuatro sotas de la baraja: bastos, oros, espadas y copas.
Andando a una corta distancia de la Catedral llegamos al Antiguo Convento de Santo Domingo, con su ábside, claustro y la sorprendente vista de los giros concéntricos de su triple escalera helicoidal, que semeja la forma de un túnel del tiempo, y que a la vez forma un eje vertical que atraviesa el recinto que alberga al popular Museo do Pobo Gallego.
Otros importantes atractivos en esta zona son el casco de la Casa Gótica, que actualmente ocupa el Museo de las Peregrinaciones, que contiene muestras admirables de arte sacro y de las tradiciones e historias relacionadas con la gesta jacobea.
El otro agrupamiento urbano de gran relevancia dentro de la zona céntrica corresponde al de la Universidad de Compostela. Su ubicación más emblemática es la del Colegio de Santiago Alfeo, conocido también como Fonseca, en donde se disfruta de un paseo por su exquisito patio de arquerías y refrescante enjardinado.
Alejándonos todavía un poco para obtener unas excelentes panorámicas podemos ampliar nuestra visita hasta llegar al Convento de Belvis, que se mantiene en activo, ocupado por monjas dominicas que realizan excelentes postres regionales. De ahí conviene proseguir hacia la Colegiata de Santa María la Real del Sar, una pequeña iglesia, cuyo aspecto se caracteriza por gruesos contrafuertes que apuntalan sus columnas inclinadas al estilo de la Torre de Pisa y que enmarcan los pasillos distribuidos en torno a un claustro bello y evocador.
Otro distintivo de la ciudad es ser la de más áreas verdes por persona en todo el país. Y es que Santiago está cobijado por abundantes parques y jardines. El más importante es La Alameda, un frondoso oasis urbano que cuenta con cerca de 300 robles majestuosos, salpicado de atractivos como quiosco, fuentes, estanques y andadores que invitan a relajarse y disfrutar a la vez de las extraordinarias vistas que se abren hacia la Catedral.
Ya en el terreno mundano Santiago tiene un ámbito regional y cosmopolita, presente en sus tantas tiendas, bares, pubs, comercios, restaurantes, terrazas y galerías, siempre estimulantes y concurridas, que se hallan esparcidas en rúas de todos los tipos que se adentran en sus acogedores barrios y rincones, en donde siempre se apetece hacer una pausa para bañar los labios y el paladar con una copa de vino albariño. El distrito comercial más reconocido se agrupa especialmente en torno la zona conocida como El Ensanche, en donde se vive una atmósfera estimulante que prosigue hasta altas horas de la noche. De igual manera, el Mercado con su Plaza de Abastos es un lugar óptimo para curiosear y entretenerse con la presencia de sus variados puestos y comercios que ofrecen gran diversidad de atractivos artículos y productos naturales. Asimismo también hay grandes centros comerciales, aunque el llamado Área Central, es el que tiene un estilo más casual y un ambiente peatonal abierto, similar al de la experiencia de comprar en las calles.
Finalmente en el rostro de la ciudad moderna de Santiago tiene un gran repertorio de salas de entretenimiento como el Auditorio de Galicia, pero especialmente cabe mencionar la ambiciosa iniciativa del GAIAS, la Ciudad de la Cultura de Galicia, un proyecto de proporciones descomunales encabezado por el arquitecto Peter Eisenman, que involucra un extravagante complejo de museos y centros de innovación cultural y tecnológica. Iniciado en 2001, en el 2012 abrió sus puertas con apenas algunos de los edificios en operación. Sin duda este controvertido enclave es un contraste extremo con el entorno histórico y tradicional que en ocasiones parece rebasar tanto el alcance económico y conceptual bajo el que fue creado.
La estancia en Santiago de Compostela tiene muchas dimensiones recogidas en el resumen de caminar hacia Santiago y el de finalmente caminar por Santiago. El llegar hasta aquí desde los cuatro puntos cardinales de la tierra implica vislumbrar no sólo un destino turístico, sino una noble ciudad-destino que a la vez pende entre la balanza que intenta mantenerse y evolucionar virtuosamente en un entorno tentado por lo invasivo y estridente. El reto para Santiago es a la vez permanecer y caminar fiel a su entraña histórica y espiritual que la han convertido en faro y admiración de todo el mundo.